martes, 14 de julio de 2009

La elegancia del erizo/Muriel Barbery

Esto es una crítica un poco incendiaria sobre un libro que, al fin y al cabo, se deja leer. Creo que "La elegancia del erizo" es más un proyecto de libro que un libro en sí, y es que a pesar de que al final me ha gustado, no me gusta ni su estructura ni su pedantería. Click en seguir leyendo para ver mis comentarios al más puro estilo Rísto-Corintio.


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Una muy buena idea, la inteligente portera camuflada en la mediocridad de su trabajo y la niña superdotada, alter ego juvenil de la misma, inmersas en el devenir de un barrio elegante de París entre la sociedad más snob. No obstante la autora se regodea en sus comentarios y reflexiones sin llegar a ninguna parte. En su afán por demostrar todo lo que sabe, plantea teorías y esquemas psicológico-filosóficos sin cerrar ninguno, haciendo que la lectura no sea fluida. Si me respondiese a esto la escritora diciéndome que pretende hacer pensar al lector le respondería sin dudarlo y con un deje arrogante en la voz que barruntar sus bolos alimenticios mentales no es hacer pensar, es dar datos, no plantear teorías. Su aplicación dentro del esquema de la novela no los justifica lo suficiente. Y a pesar de todo, al final de la novela, cuando plantea un desenlace y emerge de las brumas de la sabiduría más pop-culture en las que se había metido, parece arreglar en modo alguno el libro.

En definitiva, un libro que se deja leer, pero que no merece, a mi juicio, la fama granjeada.Si quereis dároslas de lectores profundos... aseguraros que la persona con la que habláis no ha leido el libro ni es verdaderamente inteligente (siento haberme sobrado, pero un libro tan pedante, merecía una respuesta así de tajante).

2 comentarios:

Edu dijo...

Muchas veces a los libros los granjea la fama, no la calidad literaria, sino el aparato de propaganda de una editorial.
Un Saludo.

Sinictra dijo...

Es una lástima que con tanto bestseller haya pequeñas joyas que queden en la sombra y que no lleguen si no a través del boca a boca. No obstante, eso deja un residuo romántico de las tertulias literarias y de esos pocos amigos con los que compartir esas perlas.