miércoles, 15 de julio de 2009

De los hados y el destino...

Esta mañana abría una galleta de la fortuna que me vaticinaba una buena noticia y otra mala, no soy supersticiosa, y sin embargo, he esperado todo el día ambas caras de la moneda. He sonreído cuando algo bueno ha dado vida a una parte de la profecía. A las 21 horas aún no había encontrado algo significativamente malo (salvo una multa de la O.R.A. que por habitual, ya no tiene significado...) que encajase en esa segunda parte. Entonces ha ocurrido, estaba charlando con un amigo y al despedirnos he sentido un doble sentido punzante que encajaba a la perfección como sombra en un día por lo demás muy bueno.




Dándole vueltas frente a la terraza me ha dado por divagar. ¿Me ha condicionado la galleta? ¿Lo hubiese interpretado del mismo modo si en mi fuero interno no hubiese estado buscando esa segunda parte negativa? No creo en el esoterismo, escéptica ante el concepto de destino y crítica en cuanto a la intervención de la Providencia en busca del equilibrio cósmico, y aún así... aquí estoy condicionada por una estúpida galleta virtual. Cuando queremos ver algo, lo acabaremos encontrando, y a pesar de que en esta pequeña "meditación" me resulta una idea frustrante e irritante, no deja de tener una cara B. Si podemos sugestionarnos lo suficiente, ya tenemos la mitad del camino recorrido, es simple y llanamente el poder de la mente humana. Como leí tiempo atrás en el Facebook,

"CUANDO DESEAS ALGO CON FUERZA, YA ESTÁS PONIÉNDOTE EN CAMINO"



martes, 14 de julio de 2009

La elegancia del erizo/Muriel Barbery

Esto es una crítica un poco incendiaria sobre un libro que, al fin y al cabo, se deja leer. Creo que "La elegancia del erizo" es más un proyecto de libro que un libro en sí, y es que a pesar de que al final me ha gustado, no me gusta ni su estructura ni su pedantería. Click en seguir leyendo para ver mis comentarios al más puro estilo Rísto-Corintio.


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Una muy buena idea, la inteligente portera camuflada en la mediocridad de su trabajo y la niña superdotada, alter ego juvenil de la misma, inmersas en el devenir de un barrio elegante de París entre la sociedad más snob. No obstante la autora se regodea en sus comentarios y reflexiones sin llegar a ninguna parte. En su afán por demostrar todo lo que sabe, plantea teorías y esquemas psicológico-filosóficos sin cerrar ninguno, haciendo que la lectura no sea fluida. Si me respondiese a esto la escritora diciéndome que pretende hacer pensar al lector le respondería sin dudarlo y con un deje arrogante en la voz que barruntar sus bolos alimenticios mentales no es hacer pensar, es dar datos, no plantear teorías. Su aplicación dentro del esquema de la novela no los justifica lo suficiente. Y a pesar de todo, al final de la novela, cuando plantea un desenlace y emerge de las brumas de la sabiduría más pop-culture en las que se había metido, parece arreglar en modo alguno el libro.

En definitiva, un libro que se deja leer, pero que no merece, a mi juicio, la fama granjeada.Si quereis dároslas de lectores profundos... aseguraros que la persona con la que habláis no ha leido el libro ni es verdaderamente inteligente (siento haberme sobrado, pero un libro tan pedante, merecía una respuesta así de tajante).